ARGENTINA, CASTIGADA SIN SUPERCLÁSICO


El Superclásico argentino se jugará en Madrid. Esta es una de las consecuencias del espectáculo bochornoso ocurrido en la previa del partido en el Monumental, donde un calamitoso operativo policial permitió el apedreamiento del autobús de Boca en los aledaños del estadio de River. Argentina quedó tristemente retratada, con un gobierno superado por la altura del evento y un sector  de la hinchada -minoritario pero ruidoso- infectada de violentos cuya rivalidad enfermiza convirtió un partido de fútbol en una lapidación tercermundista.

La imagen ofrecida al mundo sonroja hoy a los argentinos y les perseguirá siempre en la historia de la Copa Libertadores. La decisión de sacar la final fuera del país recuerda a cuando papá recogía los mandos de la consola cuando los hermanitos se enfadaban: "si no sabéis jugar, se acabó el juego". De manera que la Conmebol, para vergüenza de la buena sociedad Argentina, se ha llevado el partido al Santiago Bernabéu y ha dejado al país sin su final soñada, sin el acontecimiento del año.

Así que España asume ahora la responsabilidad de mostrar al mundo, y a los argentinos, en qué consiste realmente la fiesta del fútbol. De entrada, aficionados de River y Boca convivirán juntos en los aledaños y en la grada, hecho insólito en los estadios argentinos, donde por seguridad, se prohíbe la asistencia de público visitante; y tampoco se necesitarán vallas que impidan el asalto al terreno de juego, pues en Europa se presupone un civismo que todavía no se ha instaurado en el fútbol de hispanoamérica. 

Estas serán algunas de las diferencias, a parte del horario (en Argentina se programó la final en horario diurno como medida de seguridad), que los argentinos podrán observar el próximo 9 de diciembre. Apuesto a que la final del Bernabéu hará reflexionar a muchos (aficionados, dirigentes, gobernantes) y significará un antes y un después. O así debería de ser. Espero que en Argentina tomen nota, para que aquello que no es normal, deje de ser normal.