Partido de locos.

Castillo 2-2 Racing Jaén Clima

Castillo y Racing empataron en un partido entretenido para el espectador pero muy incómodo para los entrenadores. Y es que hubo tiempo para ver de todo: momentos de buen fútbol por parte de ambos equipos, contragolpes, ocasiones claras, goles, lucha en el centro del campo, galopadas de los extremos, saltos, caídas, tensión, polémica arbitral, momentos de bronca al final... El Castillo-Racing se nos presentó con todos los ingredientes posibles concentrados en un mismo partido, una pena que sólo unos 50 ó 60 aficionados (siendo generoso en el cálculo) pudiéramos disfrutar de un partido así.

Salió el Racing en tromba, poniendo un ritmo endiablado en todas sus acciones y acosando a un Castillo que se veía desbordado por el centro y por las bandas. El partido apuntaba a monólogo visitante, ya que, a los nueve minutos, el Racing acumulaba 4 ocasiones clarísimas de gol y el Castillo no daba señales de vida. Sin embargo, Luis aprovechó un centro desde la derecha y puso el 1-0 en la primera llegada del Castillo a la portería de Buyo. Aunque el Racing seguía gozando de ocasiones claras para empatar, a raíz del 1-0 el Castillo despertó y comenzó a hilar jugadas que llevaron cierto peligro a la portería visitante, pero cuando estaba en ésas, Dela volvió a meterles el susto en el cuerpo fallando la ocasión más clara del Racing hasta el momento.

La segunda parte fue una locura. El Castillo salió desmelenado y trató de jugar como lo suele hacer, intentando sacar el balón desde atrás y poniendo mucho sentido en el centro del campo. Me resulta vistosa la apuesta de José Miguel Ibáñez: ver a los centrales casi en el corner para evitar el patadón del portero; o las constantes subidas de sus laterales, especialmente de Ruíz; o la presión que ejercían a la defensa rival. Así que avisó el Castillo de que la segunda parte sería otro cantar, tenía ocasiones, llegó el 2-0 (otra vez Luis) y el reloj comenzó a agobiar a los de Joaquín Pérez (perdonad la inocentada del 28 de diciembre). Sin embargo el Racing volvió a tirar de casta y se lanzó desesperadamente a por el empate. Entonces el partido se volvió loco y las numerosas ocasiones del Racing tenían respuesta en contragolpes que el Castillo no supo aprovechar. El Castillo se vino abajo, tembló, se tambaleó y su contrincante le acorraló hasta conseguir el premio. Pingu, y Fernando, que además de hacer el segundo dio el primero, firmaron un empate que no dejó contento a nadie: unos por gozar de ocasiones para hacer más goles, y otros por dejar escapar su ventaja.