El Villacarrillo huele a campeón.

Villacarrillo 2-1 Racing Jaén

Hoy, 48 horas después, en Villacarrillo dirán que su equipo es un equipazo que ganó sin discusión y merecidamente al Racing para poner pie y medio en Andaluza. Tienen razón. Y en Jaén pensarán que el Racing presentó batalla al Villacarrillo y que, tal vez, merecieron hacer algún gol más. Y también llevan razón. Volvemos a las ascuas y a las sardinas, sin embargo, y siendo válidas ambas teorías, de ellas se desprende una misma reflexión: ni una de las mejores versiones del Racing Jaén fue suficiente para zarandear al líder de la preferente, ése que ya mete cuatro puntos Los Villares, y descansa sobre un colchón de siete con respecto al Carolinense, tercero.

La principal amenaza de la primera parte fue la conexión Caravaca-Zubi. Raúl entraba por la izquierda como un puñal y su colega esperaba el envío medido por el centro, así que a la tercera llegó el 1-0 aunque esta vez fue Jesús De la Torre quien remató en propia puerta. Una vez perdía, el Racing pareció quitarse el complejo inicial y trató de llegar con sentido al área rival, y en una de esas, Víctor Mena enganchó un balón dentro del área y disparó a puerta, pero la mano de Almansa cortó la trayectoria y el colegiado señaló la pena máxima. Para el que no lo viera, la mano fue similar a la de Sergio Ramos en el Valladolid-Real Madrid. Total, que el propio Víctor hizo el 1-1 y así nos fuimos al descanso.

Entonces un rumor recorrió la grada: Los Villares había pinchado en Marmolejo. No sé si el tema llegó a los vestuarios, pero el Villacarrillo salió de la caseta como un ciclón y mostró todo su potencial. Caravaca y Zubi mantenían alerta a la defensa visitante, los laterales comenzaron a subir para crear superioridad en la media, y por el centro, Miguel Pérez movió los hilos y manejó los movimientos del Villacarrillo como si de una marioneta se tratara, aportando ese criterio que le había faltado al Villacarrillo en partidos anteriores. Los de Rafa Espino cercaron a un rival que se defendía con orden y coberturas de libro, pero Zubi, después de que Buyo se negara a entregar la cuchara con unas soberbias intervenciones, colocó el 2-1. Tras verse por debajo de nuevo, el Racing volvió a desmelenarse y se fue otra vez a por el empate, y así murió el partido, con un Racing volcado sobre la portería de Alejandro, y un Villacarrillo que también demostró su eficacia en defensa.

En fin, partido entretenido, con momentos de dominio por parte de unos y de otros, con ocasiones en una y otra portería, y con la emoción de saber que cada gol, cada jugada de ese partido tendría una repercusión casi definitiva en la clasificación. Desde la grada, la gente de Villacarrillo estaba muy metida en el partido, protestando cada decisión árbitral, animando cada internada de los suyos, vibrando con sus ocasiones, celebrando cada gol como si fuera el del ascenso... pero todo con una deportividad y un saber estar exquisitos, como la afición de un equipo campeón.