Crónica de una hazaña, de un sueño.

Minuto 90 de partido. El Racing Jaén está palmando en Huelma por 1-0. Asoma una lágrima que empaña los ojos de algún que otro jugador del Racing. Los chavales del modestísimo equipo de la capital han luchado contra viento y marea durante toda la liga. Han combatido a lo largo de los meses contra presupuestos más amplios, contra equipos poderosos. Han resistido a lesiones, sanciones... incluso a una crisis económica , con la marcha-protesta del presidente incluída, que apunto estuvo de dejarles fuera de la competición. Han estado heridos, desamparados, pero se han levantado y aquí están, han llegado hasta el final. Todo para nada. Minuto 90, 1-0, la clasificación no da tregua, el sueño se escapa...

Pero el Racing, una vez más, no se rinde, y Samuel recoge un balón cerca de la frontal del área, algo escorado hacia la derecha y se inventa un tiro cruzado que se mete en la portería del Huelma. Minuto 91, empate a uno, al menos se evita la derrota. Tal vez la clasificación detenga su ritmo endiablado, igual el Carolinense pincha con el Villacarrillo, ¿Por qué no iba el Guarromán a dar la sorpresa en Los Villares? Igual sirve el empate.

Nada. LLegan noticias de que el Carolinense ha ganado al Villacarrillo, y Los Villares ha remontado el partido al Guarromán, que fue ganando 0-1. Sin embargo, el gol de Samuel en Huelma ha inyectado los cuerpos de adrenalina. Esa lágrima se convierte en llanto que se mezcla con el sudor y nubla la vista. El vello corporal se estimula. No sé de dónde, pero el cuerpo se llena otra vez de fuerza y energía. Soy capaz de todo. El Racing roba el balón y lo lleva hacia la portería contraria desesperadamente. La victoria está ahí, a 25 metros. Falta.



Un hombre se dirige hacia el lugar, decidido, no habrá ningún tipo de discusión, esa falta es para él, y punto. Nadie se interpone entre el balón y él. Víctor Mena recoge la pelota y la vuelve a colocar con mimo sobre el cesped, muy cerca de donde Samuel hizo el empate. Es su momento. Se acerca un veterano, una pilar básico de este Racing arrebatador. Jesús De la Torre llega al lugar para decirle algo a Víctor: "Mete ese balón en esa portería. Por mis dos hijos que lo vas a meter". Víctor respira hondo, intentando controlar los nervios de una emoción que casi se ha adueñado de su cuerpo. Toma carrerilla, un paso, dos, tres, mira el balón justo antes de golepar y golpea. Levanta la vista, el balón sale con fuerza, sobrepasa la barrera... el portero permanece inmóvil, parece imposible interceptar la trayectoria. El balón se cuela por la escuadra derecha de la portería del Huelma.

Minuto 92, 2-1, se forma la piña en torno a Víctor. Todos lloran, esta vez de alegría, todos ríen. Hay aguante para que Pingu haga el tercero en el 93. La tristeza se transforma en felicidad. Lo han vuelto ha hacer, han vuelto a sobreponerse ante la adversidad. El Racing sigue en pie, sigue vivo, y el sueño está ahí, a 90 minutos...