Suiza nos baja de la nube.


Tal vez es lo mejor que nos ha podido pasar, pero juro solemnemente sobre la Santa Biblia que no volveré a ilusionarme. España dominó el partido pero no lo mató, no supo hacerlo, se le volvió a atragantar el autobús de un rival menor, como ya le pasara hace justo un año con Estados Unidos en la Copa Confederaciones. Ahora Suiza nos da un nuevo aviso para que bajemos de las nubes y nos pongamos a jugar, de verdad, el Mundial.

Porque lo que hay aquí en la tierra es un torneo igualado en el que las grandes potencias están sudando tinta para sacar sus partidos adelante, y resulta de que nosotros hemos sido la única "grande" que ha palmado en esta primera jornada del Mundial. La única. Los suizos conocían nuestro guión y aguantaron a un combinado español que llevó el peso del partido pero que no supo acelerar el ritmo en la zona de tres cuartos de campo, o al menos, no lo hicieron con la fluidez de otras ocasiones.

Pero estábamos tranquilos porque teníamos el balón y Suiza se mostraba inoperante en ataque. No esperábamos acordarnos de esos dos penaltis claros cometidos sobre David Villa con el empate a cero, en el monólogo de España se dibujaba el gol de un momento a otro, pero el tiempo pasaba y no llegaba. Entonces surgió la típica jugada tonta y trastabillada, y al estudiante que estudió para aprobar le cayeron las preguntas que había estudiado. En la segunda parte Fernandes hizo el 1-0 y tumbó a la España inmortal en la única aproximación suiza al área de Casillas. Vatacazo. ¿Pero sabéis? No he terminado de escribir, no ha pasado ni una hora del accidente y voy a romper mi juramento. Ahora es cuando creo realmente que podemos llegar lejos. Nos han tirado de las orejas a tiempo, y tenemos medios para poner solución. Tranquilos, que no cunda el pánico. Tenemos equipo y PODEMOS. Creo que nos va a venir bien empezar de cero y sabiendo que aun, no somos nadie en la Copa del Mundo.