El Atlético Porcuna venció para colarse entre los grandes.

El Altético Porcuna volvió a ganar en la tarde de ayer y se aprovechó de los tropiezos de Los Villares y Baeza para situarse cuarto, a dos puntos de la promoción de ascenso. Aunque mañana confirmaré el asunto (porque no estoy 100% seguro), la presunta sanción por dos temporadas a Los Villares y Baeza con la imposibilidad de ascender de categoría, sitúa a los de Manolo Chumilla con muchas opciones de cara a una posible promoción de ascenso. Y yo que me alegraría, porque independientemente de los episodios que se hayan dado en el pasado, lo que yo vi ayer es una afición entregada e ilusionada con su equipo, que abarrotó el Municipal de San Benito en una de las tardes más desapacibles del año.

Y no es para menos, porque Manolo Chumilla ha configurado un plantel joven que entusiasma, 23 años de media apuntalados con un par de veteranos que utilizan sus galones en beneficio del resto, y no en beneficio propio. Jesús De la Torre y Frías son la columna vertebral de un equipo en el que aparecen chavales como Zapa, Siles, Sammer o Jacob. Pero ayer recibieron al Valdepeñas con ocho bajas, y Chumilla no tuvo problemas para alinear a varios juveniles en un partido en el que podían asomar la cabeza entre los grandes. Y así lo hicieron.

Por otra parte, el Valdepeñas, con trece valdepeñeros y tres jienenses en la convocatoria, plantó cara al Porcuna y dejó una buena imagen. La primera parte fue igualadísima, siendo un penalti la única situación que pudo romper el marcador. Siles transformó la pena máxima y sentenció a un Valdepeñas que jugó bien pero que erró en el ejercicio final del fútbol, la última puntada y el gol. El conjunto de Óscar Monedero no se descompuso y siguió remando río arriba en busca de empatar el partido, pero cuando mejor estaban y acaso merecían el gol, apareció Sammer para imponer su Ley en la segunda parte. Me atrevo a decir que el pelirrojo es la pieza más peligrosa del Atlético Porcuna, un talento determinante en el centro del campo que se filtra en el entramado defensivo de su rival para castigarle con goles o asistencias, para elevar a categoría de ilustrísima cualquier jugada que pase por sus botas. Obtuvo premio e hizo el segundo gol en el día en que reaparecía tras lesión.

A pesar de todo, el Valdepeñas no perdió la fe y siguió discutiendo el partido hasta el final, pero en frente tenían, sobre todo, a un delantero que les estaba haciendo la vida imposible, un Jacob laborioso, enérgico y raudo les estaba minando en la retaguardia. Aunque el Valdepeñas mereció el gol en varias ocasiones, Jacob daba sensación de pánico cada vez que ganaba en velocidad a la defensa valdepeñera. Al final, tuvo que ser Zapa, muy activo también durante el partido, quien hiciera el tercero al final del partido. El Porcuna volvía a vencer para situarse cuarto y dejar al Valdepeñas en puestos de descenso.