Y La Guardia resucitó.

En condiciones normales, un equipo como La Guardia no debería de haber sufrido tanto en esta liga, por muy competitiva que esté siendo. Sin embargo, el fútbol es así de caprichoso y conserva esa capacidad única para alterar el guión preestablecido en cualquier momento, en una jugada, en un instante. Ningún otro espectáculo posee esta facultad, y supongo que por ello, el fútbol es el deporte rey. Tantas variables intervienen en un partido que puede suceder cualquier cosa. Así que no, no entraba dentro de los planes que La Guardia mantuviera este año un coqueteo permanente con el descenso, no con jugadores que la pasada temporada luchaban a estas alturas por el ascenso, pero el fútbol es así. Ésta es su esencia.

Hace un par de semanas, La Guardia marcaba la frontera entre la Preferente y la Primera Regional. Cuatro derrotas y una victoria en cinco partidos hacían temblar los cimientos de un equipo que deambulaba como alma en pena. Huelma amenazaba desde abajo con el agua al cuello y un calendario menos conflictivo, por contra, La Guardia visitaba Guarromán y Beas de Segura antes de iniciar su etapa reina (Iliturgi, Linares, Baeza y Vilches), para terminar la liga en La Puerta de Segura. El panorama era desolador.

Pero en estas, los de Guti aplastaron al Guarromán y vencieron al Castillo en un mismo fin de semana, y después, asaltaron el campo del Beas de Segura y dieron el golpe de la jornada y de su liga. Nueve puntos de nueve jugados, racha inigualable en esta liga. Así que a falta de cinco partidos para el final, La Guardia hace cumbre y se coloca octava en la clasificación, lugar desconocido hasta el momento. No obstante, y aunque la tormenta parece remitir, todavía queda el desafío del "Tourmalet", pero ya se sabe, el fútbol es impredecible, y más, cuando hay buenos jugadores de por medio.