Pedro I, Sultán de Jaén.


LLegaba el Málaga de las Mil y Una Noches, como dice el maestro Relaño (que me gusta), a disputarnos el XXXI Trofeo del Olivo en el día en que los niños de las categorías inferiores se presentaban también ante el público de La Victoria. Las promesas, el futuro. En realidad, el Málaga no venía a disputarnos nada, sino más bien a presidir una fiesta del fútbol jiennense que fue pactada allá por el mes de junio cuando el jeque Al-Thani decidió, literalmente, que "no voy a consentir que el Real Jaén tenga problemas". No es bueno para Andalucía, se dijo también. Así que ese nuevo Málaga, además de preocuparse por salvar su plaza en Primera División y conformar un equipo de Champions, decidió que utilizaría su fortuna para velar por el fútbol andaluz, incluido el Real Jaén. Un club no sólo es grande por sus títulos y victorias, sino también por la generosidad y solidaridad de sus actos. Desde entonces, la historia aguarda impaciente a este Málaga.

En este marco de hermandad incomparable, el Real Jaén convocó a más de diez mil personas para recibir con los brazos abiertos a la galaxia blanquiazul a ritmo de "Málaga, La Bombonera". Sí, himno malaguista mientras los jugadores saltaban al césped de La Victoria, que se convirtió por momentos en territorio boquerón. Y no es para menos, digo yo. En Jaén no tenemos pasta para dar y regalar, pero somos buena gente, ¿no? Así que al menos ofrezcamos hospitalidad. Una vez puesto su himno por megafonía (aunque de haber podido, le habríamos traído la mismísima Playa de La Malagueta o habríamos cambiado la cruz del castillo por una media luna), arrancó el partido y se acabaron los honores. El Málaga inició bien su ejercicio y dominó el partido, sin embargo el Real Jaén se fue creciendo con el paso de los minutos y comenzó a llegar al área contraria. En una de esas, marcó Pedrito.

Tengo un amigo que suele decir que los sueños, si los persigues con ilusión y luchas por ellos sin hacer daño a nadie, a veces se hacen realidad. El joven canterano, criado en la escuela de Vilches (su pueblo natal) y madurado en el filial del Real Jaén, llegó al club blanco de la mano de Alberto Lasarte, que puso sus ojos en él cuando comenzaba a despuntar en la Primera Andaluza con el equipo de su pueblo. Desde entonces Pedrito lo tuvo claro: se ganaría un puesto en la primera plantilla. Y ahí le vemos, deslumbrando en cada aparición y erigiéndose como la principal apuesta de futuro de nuestro Real Jaén. Emergiendo en medio de este equipo romántico y cautivador que apuesta por un fútbol atractivo, se ilumina la figura de Pedrito, un bajito con revólver capaz de acabar con la defensa de todo un Málaga sin borrar esa cara de niño bueno.

Siempre lo ha pensado Aybar: en Jaén hay talento. Y el fútbol le está dando la razón. Sí, ya sé que esto acaba de empezar, pero me gusta el color que está cogiendo. El Real Jaén enamora y acaso enganchó ayer a otros tantos seguidores que desde la preferencia aun se preguntaban: ¿Quién es ese crío? Pedrito, un canterano de Vilches. Hoy la vida sigue, pero Pedrito ya no es Pedrito, sino Pedro I, Sultán de Jaén. Nuevo referente para los chaveas del horno blanco.
Por cierto, Seba empató para el Málaga en la segunda parte y finalmente se llevaron el Trofeo del Olivo. Felicidades, enhorabuena, y gracias otra vez por venir.