Sobre lechugas y tomates.

Mi idea era haber visto el partido del Matías Prats, pero una llamada a última hora de un crío de doce años trastocó mis planes. El niño, hoy en la cantera del Real Jaén, quería ver al equipo de su pueblo y a su entrenador, que juega en La Guardia. A mí, para qué mentir, me hizo una ilusión indescriptible que cuatro años de trabajo hayan dejado poso de cariño en el interior de un crío, porque el sentimiento es recíproco. Me agrada que ese chiquitín tenga la certeza de que puede contar conmigo, porque así es. Pero confieso que no tenía ninguna gana de ver este partido, básicamente, porque conozco, con antelación, los efectos secundarios de un artículo que ni siquiera sé cómo empezar.

Al igual que algún lector de este blog, una vez concluído el encuentro recordé la conversación que Ismael Almazán y Marcial Sánchez mantuvieron el jueves pasado en Radio Jaén. El segundo le decía al primero, en referencia al Mengíbar, que con buena lechuga y buenos tomates puede hacerse una buena ensalda; y el primero le decía al segundo, que no basta con eso, que además hay que saber aliñarla. El caso es que recordé este divertido episodio porque pensé que Los Villares, con los mejores jugadores de la provincia, no supo interpretar el partido y acabó derrotado y desquiciado. Una vez más, Julián Beltrán (que huye de este tipo de parabienes) ganó la partida a sus vecinos de Los Villares exponiendo su ya característico orden táctico como principal argumento.

Y es que no logro recordar una sola ocasión de gol para Los Villares. Ya sea por mérito de unos, o demérito de otros, lo cierto es que La Guardia se mostró superior a su rival y no le concedió la más mínima oportunidad de puntuar en su campo. Aunque las reducidas dimensiones del terreno de juego no invitan a melodía de violines, lo cierto es que se esperaba mucho más del líder de la Preferente, que compareció sin una idea aparente que diera al traste con la mayor intensidad de los locales. Los Villares tiene lo mejor de lo mejor, sin embargo, ayer el único plan se basó en tratar de aprovechar las jugadas a balón parado, esperando que Rubén emergiera por encima del resto para crear situaciones de peligro en el área rival. Poco más. Nada más.

Entre tanto, Sánchez se inventó un golazo desde la derecha para adelantar a La Guardia en la primera parte, y realizó un replay del primero para incrementar la ventaja en el segundo período. El 2-0 se antojaba insalvable, más aun después de quedarse Los Villares en inferioridad numérica por expulsión de Ruano tras una brutal entrada. La sorpresa se estaba consumando. La Guardia se mostró firme y fiable atrás, dominó el centro del campo con un Alex Carcelén inmenso y creó incertidumbre arriba mediante la velocidad de Plaza. En la recta final del partido, precisamente Diego Plaza sacó su metralleta y remató la tarde con el tercer gol. Julián Beltrán supo aliñar la ensalada, y se la comió.