La Guardia, Julián, y el espíritu del Racing.

La Guardia asaltó ayer la tercera plaza de la liga tras vencer al Recreativo de Bailén por 2-1 y confirmar una evolución extraordinaria de un tiempo a esta parte. Me han contado que se montó un lío importante a falta de diez minutos para el final, que acabó con cuatro jugadores del Recre expulsados, pero como no estuve presente en el partido prefiero, por ahora, obviar el asunto y hablar de fútbol, no vayamos a meternos en un jardín. Porque lejos del mayor o menor recorrido que pueda tener el capítulo de sucesos, lo cierto es que con la victoria de ayer, La Guardia suma su quinto partido ganado en los últimos seis que ha disputado, incluyendo la medalla al honor del 3-0 a Los Villares, principal candidato al título.

Sebastián Vilchez, presidente de La Guardia, apuntaba hacia el banquillo como principal argumento de la metamorfosis experimentada por el equipo en cuestión de meses. Y es que el año pasado, una vez concluida la primera vuelta, el conjunto de La Guardia sumaba quince puntos y se mantenía a dos sobre el descenso. Este año, Julián Beltrán ha cogido la misma plantilla, ha incorporado cinco refuerzos (De la Torre, Tete Badillo, Ñaña, LLorens y Sánchez) y suma 14 puntos más que la pasada temporada a estas alturas. No hace falta que lo apunte el presidente, los números hablan por sí solos.

No obstante, estoy convencido de que el actual grupo humano es la mayor fortuna que ha guardado el vestuario de La Guardia en muchos años. Tal vez, desde los tiempos de Julio Ruiz con aquel ascenso a Preferente y la consecución de la Copa Subdelegado, no se había respirado un ambiente parecido en el seno del club. La Guardia cuenta con un grupo de jugadores que, como ya hicieran en la etapa del Racing Jaén, se juntan año tras año para disfrutar de la competición y rechazan otras ofertas con tal de permanecer siempre unidos. La Guardia, por tanto, no tiene una plantilla de jugadores, sino una pandilla de amiguetes que juegan por amor al arte. Y esto puede llegar a ofrecer resultados impresionantes. Como los de aquel heróico Racing Jaén.