La ejecución de los valores históricos.

"Resulta sorprendente la forma en que se ha ganado Mourinho a todo el madridismo, y no paro de preguntarme qué les ha ofrecido. Sí, una Copa del Rey después de tantos años. Por fin una celebración en Cibeles, pero me sigo preguntando si es suficiente como para ascenderle a categoría de Chamán. Palabra de Mou es palabra de Dios en Concha Espina. He visto bufandas blancas en el Bernabeu con el nombre del portugués, sin una pequeña referencia al Madrid; he contemplado atónito la adoración del coliseo blanco hacia la figura glorificada de Mourinho, y hasta Florentino Pérez se postra ahora ante los pies del portugués, al que se ha entregado en cuerpo y alma. El asunto es, cuanto menos, llamativo. Incluso el presidente que hacía y deshacía, todopoderoso él, cede ahora ante las pretensiones y razones del nuevo sumo sacerdote. Mourinho ha conseguido absorver a todo el madridismo sin excepción alguna..."

Comencé a escribir estas líneas allá por el pasado mes de mayo, asombrado después de que Mourinho ordenara el despido de Jorge Valdano como Director General del Real Madrid. No recuerdo el motivo por el que finalmente no llegué a publicar este artículo, sin embargo, retomo ahora la causa porque vengo experimentando la misma sensación que entonces, la certeza de que un simple -gran- entrenador está dinamitando los cimientos del club más laureado de nuestro país. Ojo, no hablo de títulos, que volverán a llegar más tarde o más temprano. Estoy hablando de valores, de historia; de todo lo que ha significado el Real Madrid a lo largo de los años.

Mou y sus secuaces están escupiendo en el rostro de un noble y bélico adalid, caballero del honor, como si antes de que ellos llegaran el Real Madrid no hubiera paseado su dignidad por entre las glorias deportivas que campean por España. Analizando la actitud desafiante del técnico portugués en las ruedas de prensa, a medio camino entre la prepotencia y la mala
educación, a uno casi le da por pensar que no existió, antes de su llegada, el Madrid ye-yé, la quinta del Buitre o los galácticos de Vicente del Bosque. Equipos campeones, enemigos en la contienda que cuando perdían daban la mano sin envidias ni rencores (sigo recitando el himno). Referentes en Europa, admirados en toda la geografía terrestre. Todos ellos ejemplos de señorío, deportividad, educación y respeto.

La expulsión de Valdano, que entiendo que personifica muchos de estos valores, fue sólo el principio de la era Mourinho. A esto le siguieron nuevas salidas de tono y nuevas provocaciones, encumbradas con aquella agresión de patio de colegio a Tito Vilanova, que no hizo más que poner de manifiesto su complejo e inoperancia cada vez que se mide a su máximo riv
al. Y cuando parecía que acaso el Real Madrid estaba domesticando a la fiera, Mou soltó la correa al máximo exponente de su fútbol para ofrecer otra exhibición lamentable. Pepe volvió a liarla y ahora el club intenta protegerle con un vídeo infumable. ¿El pisotón a Messi fue un acto involuntario? Pedir perdón es asumir un error y mostrar arrepentimiento, pero no la cagada de nota que le han hecho leer.

Y lo peor de todo es que el madridismo asiste a la ejecución de sus valores históricos a cambio de nada y sin memoria alguna.