LA EVOLUCIÓN DE SIMEONE


Antes de levantar sospechas, he de confesar mi condición: pertenezco a la reserva espiritual del forofismo rojiblanco. Todo lo que de aquí se desprenda, por tanto, no será más que la reflexión sesgada de un colchonero que, pese a todo, promete disfrazarse de entrenador del tres al cuarto y escribir en busca de la objetividad. Para ello, debemos empezar por reconocer que este año da gusto sentarse a ver los partidos del Atleti. Tanto si perteneces a la Legión de Simeone como si no, convendremos que el actual líder de la liga ha llevado a cabo una revolución en su fútbol que, cuanto menos, resulta interesante de analizar.

Desde un tiempo a esta parte, el Atleti, Simeone, viene incorporando futbolistas a su plantel de un perfil muy diferente a lo que, durante años, ha sido la filosofía del equipo. Nadie en su sano juicio habrá cuestionado nunca la calidad y el nivel de futbolistas como Rodri (hoy en el City), Lemar, Joao Félix, Carrasco o el propio Luis Suárez. Sin embargo, lo que sí ha despertado dudas es la capacidad de adaptación de unos jugadores pensados para pasar más tiempo con el balón en los pies que sin él. Apuesto a que, por ejemplo, Carrasco huyó a China cansado de pasar más tiempo defendiendo que atacando al lateral contrario; y que Rodri acabó aburrido de andar cubriendo espacios más que de generarlos. Desde la lejanía, y sin conocer el día a día, me aventuro a decir que Lemar y Joao Félix podrían haber sido los siguientes en buscar otro puzzle donde encajar.

Sin embargo, algo ha cambiado. Podríamos decir que Simeone se ha reinventado, ha evolucionado o, sencillamente, ha demostrado una vez más que es uno de los mejores entrenadores del panorama actual. El caso es que esta temporada el Atlético de Madrid es un equipo que apuesta por intentar dominar el partido con el balón; un equipo que trata de robar en campo contrario y que intenta pasar más tiempo atacando que defendiendo; un equipo, en definitiva, más preocupado por encontrar soluciones en fase ofensiva que de apuntalar sus automatismos en defensa. Prueba de ello es el giro que Simeone le ha dado al sistema de juego, por primera vez en casi diez años de cholismo. Y es que el 3-5-2 (5-3-2 en defensa) evidencia que Simeone también ha sentido la urgencia de encontrar acomodo a sus 'jugones'.


Uno de los grandes beneficiados por el cambio de sistema ha sido Mario Hermoso, central zurdo cuya principal virtud es su capacidad para sacar el balón jugado desde atrás, riesgo, por cierto, que Simeone nunca ha estado dispuesto a asumir. El segundo gol frente al Valencia en el Metropolitano es un claro ejemplo del cambio de filosofía, ya que la jugada nace en Oblak y viaja pase a pase hasta precipitarse en las botas de Suárez. 
De la misma forma, el nuevo papel que desempeña Thomas Lemar como interior ha cambiado al futbolista y éste, a su vez, al equipo. El francés ha recuperado su espacio y su sonrisa, y el Atleti ha encontrado la movilidad y el talento de un jugador especialista en infiltrarse entre las líneas enemigas. Y parecido es el caso de Joao Félix. Condenado en muchas ocasiones a jugar en banda durante la pasada campaña, este año el portugués ha mejorado notablemente sus números y sus actuaciones jugando por dentro, como segundo punta. La explosión de Llorente, la nueva ubicación de Koke por delante de la defensa, la madurez de Carrasco, las aportaciones de Saúl o Correa y, sobre todo, el fichaje de Luis Suárez, terminan por dibujar un sistema que le ha cambiado la cara al Atlético de Madrid.

Está por ver si este nuevo Atleti traducirá su apuesta en títulos, pero lo que ya ha quedado claro es que Simeone y su equipo están ofreciendo aquello que la afición y el perfil de sus jugadores reclamaban: una feliz alternativa a la solidez de su fútbol defensivo. Esta riqueza táctica, así como los goles de Luis Suárez en los momentos más difíciles, han convertido al Atlético de Madrid en un serio aspirante al título de liga. Pronto, el Chelsea medirá en Europa esta evolución del Atleti de Simeone.