RUTA: BAHÍA DE LA HERRADURA


Ruta: Bahía de La Herradura
Provincia:  Granada.
Fecha: 04-09-2022
Temperatura del agua: 24ºC.
Distancia total: 11.5 kms.
Dificultad: media.
Tiempo: 4 horas (parando para hacer fotos).

La bahía de La Herradura es un enclave geográfico que da mucho juego a los amantes del kayak porque, en función de tu condición física, puedes programar una ruta a medida sin dejar de ver lugares increíbles. Tanto si te diriges hacia el este como si decides ir hacia el oeste, encontrarás cuevas e imponentes acantilados que te van a dejar con la boca abierta, pero la mejor opción es ponerse en forma y atreverse a cruzar la bahía de punta a punta para verlo todo. 

Inicié mi travesía a las 09:30h de la mañana y cogí rumbo suroeste en busca de la Cueva de Las Palomas (también se le conoce como cueva de la Virgen porque dentro hay una pequeña formación rocosa que recuerda a una Virgen). Aunque a esa hora de la mañana el mar estaba tranquilo y no se percibía viento, la previsión meteorológica (windy.com) informaba de que podría saltar algo de levante hacia el medio día, por lo que decidí realizar el recorrido asegurándome viento favorable durante el regreso a la playa. En este sentido, debemos incidir en la importancia de consultar las condiciones del mar y del viento antes de cualquier salida en kayak, ya que pueden surgir imprevistos durante la navegación y, en tal caso, es mejor tener a Neptuno jugando en tu equipo.



Veinte minutos después ya había virado hacia el oeste para bordear Cerro Gordo, coronado por una torre vigía de once metros de alto, construida en el siglo XVI para alertar sobre presencia de piratas berberiscos en la zona; durante el día se comunicaba con otras torres mediante ahumadas, y con fuego durante la noche. Bajo el enorme acantilado, un entrante en la roca se confunde con la famosa cueva que vamos buscando, sin embargo, la entrada a la cueva de Las Palomas aparece en la pared de roca una vez recorridos los dos kilómetros y medio que la separan de la playa. En el horizonte, Nerja no parece demasiado lejos.

Madrugar ha sido buena idea. La cavidad es enorme y no hay nadie en superficie, pues los buzos que exploran la cueva bajo agua no rompen la tranquilidad del lugar. Son aproximadamente las 10:20h y tienes todo el tiempo del mundo para disfrutarla. Veinte minutos después aparece la primera persona sentada en una tabla de paddle surf, que será la compañera perfecta para inmortalizarnos en el entorno. Nos hacemos unas fotos y nos largamos. Ya de vuelta, nos cruzamos con una empresa que aglutina unos quince kayaks, y más adelante, vienen otros tantos. Por media hora, mi experiencia y mis fotos en la cueva nada van a tener que ver con la feria que se va a montar allí.  








Una pequeña molestia en el hombro me quita la idea de la cabeza de cruzar la bahía en línea recta, desde Cerro Gordo a Punta de La Mona. No supondrá mayor problema, pero son algo más de tres kilómetros remando demasiado lejos de la costa, así que cojo rumbo noreste y me dirijo en diagonal hacia el otro extremo de la playa, con la idea de navegar junto a la costa desde dentro hacia afuera de la bahía. El acantilado está salpicado de casas y construcciones que para nada empobrecen el paisaje, sino todo lo contrario. Esta parte de la bahía tiene más vida. Completan el paisaje algunas barcas con buzos preparando una inmersión, veleros disfrutando de los últimos días de verano, pescadores encaramados al acantilado y algunos kayaks que van y vienen.

Pronto descubro la segunda cueva del día. Es una cavidad más profunda que la anterior pero bastante más estrecha, y el kayak cabe muy justo. La entrada está escondida entre unas rocas, y es en las distancias cortas donde se aprecia que el mar está un poco más revuelto en esta zona, así que no me adentro demasiado porque me estoy jugando un recuerdo importante en el casco de mi kayak. Salgo de allí y me voy en busca de la tercera cueva, mucho más amplia y profunda, donde me encuentro con un padre y un hijo montados sobre un kayak doble. Igualmente, nos hacemos unas fotos y charlamos un rato.









Bordeamos la Punta de la Mona, que es el punto más meridional de la zona y el mar se muestra un poco más alegre. Al fondo se ven perfectamente los peñones de San Cristóbal, de Almuñécar, y en estas aguas, en la Ensenada de los Berengueles, cerca de Playa Marina, casi cinco mil españoles perdieron la vida en 1562 cuando un golpe de mar inesperado hundió veinticinco navíos de guerra de la Armada Española.

Desastre naval de La Herradura
Juan de Mendoza y Carrillo, capitán general de las galeras de España, comandaba esta escuadra compuesta por veintiocho galeras que se habían desplazado hasta Málaga desde su base en Cerdeña, con objeto de pertrecharse y partir al socorro de las plazas españolas de Orán y Mazalquivir. Sin embargo, las malas condiciones meteorológicas obligaron a la flota a desplazarse hasta la Bahía de la Herradura, buscando resguardo en la ensenada de los Berengueles. Pero la mañana del 19 de octubre de 1562, los vientos rolaron de forma excepcional y atraparon a la flota contra las rocas.

Ese mismo día, Martín de Figueroa escribió lo siguiente:
"Todas las galeras comenzaron a embarrancarse y unas con otras y se hacían pedazos y comenzó la gente a echarse a la mar y los primeros que se echaban se ahogaban todos porque la mar era tan brava que no les dejaba valerse de nada, y Juan de Mendoza dejó la ropa larga... En la galera Capitana de España iba do Francisco de Mendoza, el mozo hijo del marqués de Mondezar, que se ahogó y dos hijos del conde de Alcaudete... no se escaparon más de cuatro personas de las cuatrocientas que iban a bordo. Los vivos andaban en cueros y los muertos eran tantos que no se veía otra cosa en la playa. En el recuento nos faltaron cuatro mil hombres".

El cadáver de Juan de Mendoza fue encontrado en las costas de Adra, a más de sesenta millas al este de allí. 
Con este fragmento de nuestra historia y un buen baño en este enclave histórico de aguas cristalinas, doy media vuelta hacia la playa de La Herradura y ponemos fin a nuestra ruta.